Homilía para el Cuarto Domingo de Adviento
El Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel. (Is 7:14)
Una encuesta reciente informó que el ochenta por ciento de las personas cree que la falta de confianza hace que sea imposible resolver los problemas. Esto incluye la confianza en el gobierno, la atención médica, las empresas e incluso la Iglesia. Esta falta de confianza
también puede incluir nuestra confianza o falta de confianza en Dios. Sin confianza en Dios es imposible tomar buenas decisiones y resolver nuestros propios problemas.
Hay dos hombres que aparecen en las lecturas, el rey Ajaz y San José. Ambos tenían una decisión que tomar. Uno confiaba en Dios, el otro no. Uno creó un reino. El otro destruyó un reino. Ambos pueden enseñarnos la importancia de confiar en Dios en nuestras decisiones.
El primer hombre es el rey Ajaz. Ajaz es el rey de Judá. Está siendo amenazado por dos reinos vecinos. Para aferrarse a su poder y posición, redujo su decisión a dos opciones. ¿Hago una alianza con este reino? ¿O ese reino? Con una alianza, su reino sería lo suficientemente fuerte como para defenderse del otro.
El profeta Isaías advirtió a Ajaz. Una alianza con cualquiera de estos reinos contaminaría la religión del pueblo judío. Le ruega a Ajaz que se niegue a hacer una de estas alianzas impías. En cambio, le dice a Ajaz que considere una tercera opción, la opción de Dios. Confía en que Dios protegerá a su pueblo elegido. Ajaz se resistió. Isaías continuó, si no me creen: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”. No le pediría ayuda al Señor. No solo no preguntó, sino que también fingió cierto nivel de falsa piedad: “¡No tentaré al Señor!”
Contra la súplica de Isaías, Ajaz formó una alianza con una de estas dos naciones. Este movimiento aseguró temporalmente su posición como rey, pero profanó la fe. No pasó mucho tiempo antes de que el reino fuera derrocado y la gente fuera exiliada a otro país. Ajaz no confió en el Señor, sino que confió en un reino extranjero. Colocó su propio deseo de mantener el poder por encima del deseo del Señor de mantener la fe.
En las decisiones de nuestra vida, a veces somos como Ajaz. Concluimos que debemos elegir entre una de dos opciones indeseables. “O soporto esta mala situación, o esta mala situación”. Este reino. O ese reino. No le pedimos a Dios una tercera opción, la opción de Dios. No confiamos en Dios para que nos ayude en nuestras vidas. Ni siquiera queremos pedirle al Señor una señal. Nuestras mentes están hechas.
Perdemos la fe y nos encontramos en cautividad.
El segundo ejemplo de confianza en Dios viene de San José. José está prometido a María. Al igual que Ajaz, tenía que tomar una decisión. Su dilema: María fue encontrada embarazada. Para mantener el honor y las expectativas culturales, también estaba considerando dos opciones, ambas desagradables. Una era humillarla públicamente apedreándola hasta la muerte. La otra era divorciarse de ella ‘en secreto’.
Entonces Dios le habla a José en un sueño y le da una tercera opción. “Recibe a María tu mujer en tu casa”. En ese día y edad, eso sería un suicidio cultural. Al despertar, José tuvo que decidir si iba a confiar en las normas culturales establecidas para los judíos piadosos, o si iba a confiar en Dios, quien le habló en un sueño.
Si confiaba en las normas, todos lo entenderían, un divorcio en secreto era la forma honorable de manejar esta situación vergonzosa y desafortunada. Si confió en Dios, entonces puede ser objeto de burla y burla.
Al final José confió en el Señor.
Ajaz y José evaluaron dos alternativas y decidieron un curso de acción adecuado. Dios ofreció una tercera opción imprevista. Ajaz estaba cerrado a la opción de Dios. Ni siquiera le pidió al Señor una señal. No quería perder su estatus. Al final, su reino fue destruido y el pueblo fue puesto en cautiverio.
José estaba abierto a la opción de Dios, arriesgando su honor y posición en la comunidad. Debido a que José estaba abierto a nuevas posibilidades, se ha establecido un nuevo reino con Cristo como Señor.
En tu vida, si te sientes atrapado entre dos malas opciones, busca una tercera opción. La opción de Dios. No tengas miedo de pedirle a Dios una señal. Escuches la voz de Dios que te habla, en las circunstancias de tu vida, e incluso en sueños.
Confía en Dios como José. Confía en Dios como María. Confía en Dios como un bebé recién nacido. Confiá que con Dios nada es imposible. Que esta semana santa les traiga muchas bendiciones.