En aquel día de Pentecostés, hace 2000 años, “judíos piadosos de todas las naciones bajo el cielo se hospedaban en Jerusalén”. Todos hablaban diferentes idiomas. Pero entonces algo sucedió. El Espíritu Santo apareció en un fuerte viento y lenguas de fuego. Se entendieron.
Al igual que los discípulos en ese día de Pentecostés, hablamos diferentes idiomas. Vivimos en un mundo con confusión de voces. Pero hay un idioma que todos entendemos. Es el lenguaje que nos ha dado el Espíritu Santo. Es el lenguaje de Dios.
Nos reunimos aquí hoy para aprender este nuevo lenguaje, para aprender el lenguaje de Dios.
Nos reunimos aquí para aprender el lenguaje que los bebés oyen cuando hablan mientras se están formando en el vientre; el mismo lenguaje que los santos oyen hablar cuando están mirando el rostro de Dios; el mismo lenguaje que ustedes oyen hablar cuando están meditando en lo más profundo de sus almas.
Nos reunimos aquí para aprender un lenguaje antiguo que data desde antes del principio de los tiempos; el mismo lenguaje que Adán susurró a Eva antes de tomar un bocado de la manzana; el mismo lenguaje que Jesús pronunció en la cruz cuando él “volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.” Mt 27:50
Es un lenguaje de gran alcance. Una palabra puede abrir los oídos de los sordos, echar fuera legiones de demonios, dar vida a un chica muerta, y enviar un ladrón al paraíso.~
El lenguaje de Dios es diferente del lenguaje del mundo. El lenguaje de Dios habla de amor, no de odio. Alegría, no desesperación. Confía, no te preocupes. El lenguaje de Dios une. El lenguaje del mundo divide, construye no derriba, habla de verdad, no de promesas vacías.
El lenguaje de Dios es el aliento de Jesús diciendo, “la paz sea contigo.”
De hecho, este es un lenguaje que todo el mundo sabe, pero no todo el mundo habla.
Nos hemos reunido aquí para volver a aprender un lenguaje que hemos conocido desde antes de nacer.
¿Qué podemos hacer?
¿Qué podemos hacer en un mundo donde la gente ha olvidado el lenguaje de Dios. Sencillo. Evites hablar el lenguaje del mundo. Empiezas a hablar el lenguaje de Dios.
Como muchos de ustedes saben, hablar un nuevo idioma requiere práctica. Necesitamos practicar hablar el idioma de Dios durante todo el día con las personas que nos rodean. Necesitamos practicar el escuchar el lenguaje de Dios hablando a las circunstancias de nuestras vidas y los pensamientos internos de nuestros corazones.
Con la confianza en el poder del Espíritu Santo, esta semana hablas la lengua de Dios. Para un mundo que lo ha olvidado, hablas el lenguaje de ánimo y de curación. Hablas el lenguaje de la paciencia y de la paz. Hablas el lenguaje de maravilla y del misterio. Hablas el lenguaje del perdón y la compasión.
Hablando el lenguaje de Dios, podemos renovar la faz de la tierra. A lo largo de la semana, pregúntese: ¿Mis palabras y mis acciones hablan el idioma de Dios o el idioma del mundo?