Homilía para Primer Domingo de Adviento
Que el Señor conserve sus corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos. 1 Thes 3:12
Hoy es el primer domingo de Adviento. Adviento tiene dos temas: espera y preparación. Me gustaría centrarme en la primera. La Espera.
Los estudios dicen que una persona promedio pasa tres años de su vida en espera: esperando en la fila para comprar algo, esperando a ver a un médico, esperando por una licencia de conducir. La mayoría de la gente trata de evitar esperas.
No me gusta esperar. En el supermercado, me pongo ansioso cuando mi línea se mueve más lento que la otra línea. En el consultorio del médico, me molesta cuando la recepcionista llama a una persona que llegó después de mí.
El Adviento es una oportunidad para obtener una apreciación más profunda por la espera. De hecho, en realidad hay dos tipos de espera: La espera regular y la espera santa. La espera regular provoca estrés, aburrimiento y una sensación persistente de que la vida se le está escapando. La espera santa nos lleva más cerca de Cristo.
El Adviento es una invitación a hacer todas nuestras esperas, la espera santa.
Tú probablemente has experimentado ejemplos de espera santa en tu propia vida. Estos suelen ser momentos en que no hay nada que puedas hacer, más que confiar en Dios y esperar. Un ejemplo sería el que uno esté esperando junto a la cama de alguien que se está muriendo, o esperando los resultados de una biopsia, o esperando la calificación de un examen final, quizá esperando el nacimiento de un niño. En muchos casos, no hay nada que pueda uno hacer, sino confiar en Dios y esperar.
Uno podría preguntarse: En Adviento, ¿qué estamos esperando? Como cristianos, la respuesta corta es que estamos a la espera de la venida de Cristo. El tiempo de Adviento pone de relieve dos apariciones de Jesús.
La primera venida ya se ha producido. Jesús nació en este mundo como un bebé, la Palabra eterna de Dios se hizo carne. Este tiempo de espera generalmente se caracteriza por una anticipación aguda del día de Navidad. Los niños esperan con emoción y entusiasmo. Muchas familias tienen una corona de Adviento para utilizar velas para conmemorar la marcha del tiempo hacia este bendito evento. Cuando la última vela se enciende, nuestra larga espera casi ha terminado.
En el tiempo de Adviento también enfocamos la espera de la segunda venida de Jesús. Esta segunda venida se describe en el Evangelio. La gente “vera venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad.”
La mayoría de la gente mira con interés la celebración de la primera venida. No muchos esperamos experimentar la segunda venida. ¿Por qué? El evangelio dice:
“las naciones se llenarán de angustia… la gente se morirá de terror.” Estas palabras suenan como mal agüero. ¿Quién querría esperar por este día?
El evangelio ilustra los dos tipos de espera de igual forma. La espera regular se caracteriza por gente llena de miedo y ansiedad. La espera santa se caracteriza por las palabras de esperanza que Jesús dice a sus discípulos: “pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación.”
San Pablo dice: “Conserven sus corazones irreprochables en la santidad ante Dios nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús en compañía de todos sus santos.” Amén. Estos son algunos ejemplos de ‘espera santa.’
Las sagradas escrituras están llenas de ejemplos de personas que están esperando con la espera santa. Se podría incluso decir que todo el Antiguo y Nuevo Testamento son una lección de espera santa. En el libro del profeta Jeremías, el Señor dice: “Se acercan los días, dice el Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel…yo haré nacer del tronco de David un vástago santo.” Por seiscientos años el pueblo estuvo esperando. Jesús nació y se cumplió esta profecía.
Hay varios ejemplos de espera santa en el Nuevo Testamento. Los pastores en los campos de las afueras de Belén esperaban un salvador. María esperaba el nacimiento de Jesús como fue predicho por el ángel Gabriel. Juan el Bautista esperaba el Cordero de Dios. En la presentación de Jesús en el templo, habían dos personajes practicando la espera santa: el anciano Simeón esperó toda su vida por el mesías. La profetisa Ana, una viuda mayor, esperó parte de su larga vida para ver al niño y la consolación de Israel. María Magdalena esperó fuera de la tumba de Jesús crucificado.
Estos son ejemplos de la espera santa en las escrituras. En muchos casos, viviendo su vida lo mejor posible, aunque con la expectativa subyacente de que el Señor algún día viniera.
Una persona puede hacer como parte de su vida, ya sean activos o inactivos, un tiempo de espera santa. La espera santa es una disposición interior. Cualquier cosa que estés haciendo, sea doblando la ropa, o limpiando las canaletas, tiene la opción cómo de hacerlo. Puedes hacer de esto, un tiempo de espera santa o un tiempo de espera regular.
¿Cuáles son algunas de estas diferencias? Con la espera santa, hay paz. Con la espera regular, hay impaciencia. Con la espera santa, existe la expectativa de maravilla. Con la espera regular, no hay previsibilidad y hay monotonía. Con la espera santa hay confianza. Con la espera regular, hay una sospecha. Con la espera santa, hay apertura a la presencia de Dios. Con la espera regular, uno está tan absorto en sí mismo que no distinguirá la venida de Jesús, no verá las huellas de Dios.
Hay una tercera venida de Jesús que el tiempo de Adviento ilumina, la venida de Cristo en nuestros corazones. A menos que una persona adopte esta actitud de espera santa, esta persona nunca experimentará la tercera venida de Jesús en su corazón.
Que experimentes muchas bendiciones en esta temporada de Adviento mientras “esperas con gozosa esperanza la venida de nuestro Señor Jesucristo”, tanto en tu mundo como en tu vida.