Homilía del Segundo Domingo de Adviento
“Apareció en el desierto Juan el Bautista… A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén.” Mc1:1-8
El obispo Barron sugirió una actividad poco convencional para hacer durante el Adviento (“¿Qué estás esperando?“). Él dijo, “Busca un rompecabezas grande y complejo, uno que requiera mucho tiempo y paciencia. Haz de este rompecabezas tu proyecto de Adviento. Al armar el rompecabezas, piensa en cada de las piezas como un aspecto de tu vida: una relación, una pérdida, un fracaso, una gran alegría, una aventura, un lugar donde viviste, algo que no deberías haber dicho, un acto de generosidad. Muy a menudo los acontecimientos de nuestras vidas parecen estar como un rompecabezas de mil piezas que yacen incoherentes y desconectadas ante nosotros. Al armar pacientemente el rompecabezas, medita lentamente en los hechos de Dios en tu vida de acuerdo con su plan y propósito. El ver como Dios ordena los eventos aparentemente separados y sin relación de nuestras vidas, convirtiéndose al final en una imagen de gran belleza.”
La meditación también se conecta con la escena descrita en el evangelio de hoy. La gente vino de Jerusalén y de todo Judea para escuchar a Juan el Bautista. Para llegar al río Jordán se requería un viaje de uno o dos días. ¿Por qué abandonaron la comodidad de su hogar, viajando por el desierto solo para ver a Juan? Algunos podrían haber hecho el largo viaje porque tenían curiosidad y querían ver de primera mano a este profeta loco del que habían oído hablar.
Otros, sin embargo, sintieron que algo andaba mal en sus vidas. Las piezas del rompecabezas no encajaban juntas. Algunas piezas del rompecabezas faltaban. La imagen que se ensambló fue deprimente, no una imagen de gran belleza. Las imágenes eran borrosas. Los límites no fueron definidos. Había demasiadas sombras oscuras.
La gente acudió a Juan porque proporcionó una nueva visión de cómo este rompecabezas puede unirse. Gritó a través del río Jordán un mensaje de esperanza:
“Preparen el camino del Señor… Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo… Él los bautizará con el Espíritu Santo.”
Su mensaje contenía una promesa. Este Espíritu de Dios traerá el radiante amanecer de un nuevo día sobre el lúgubre paisaje de su vida. La gente acudió en gran número, atraída por este mensaje que cambiaría su vida, buscando una respuesta a la pregunta: “¿Qué debo hacer?” ¿Qué debo hacer para que las piezas de este rompecabezas tengan sentido? ¿Qué debo hacer para armar mi vida en una imagen de gran belleza?
La meditación sugiere que la imagen de nuestra vida está completa. Es nuestro trabajo simplemente seguir la voluntad de Dios y armar las piezas en el lugar apropiado. De alguna manera esto es verdad.
Por otro lado, podemos imaginar que cada pieza que recogemos es una oportunidad para cambiar el paisaje de nuestra vida. Cada pieza es un nuevo comienzo. Cada pieza puede traer una nueva gloria a Dios. La imagen de cada pieza aún no se ha pintado.
Este Evangelio de Marcos comienza con las palabras: “Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo…” O “Comienzo de las buenas nuevas…” El evangelio no termina con las palabras “Éste es el fin.” El mensaje del evangelio continúa en nosotros. Al armar correctamente las piezas de nuestra vida para con Dios, seguimos anunciando este mensaje de victoria. A través de Jesucristo, Dios ha conquistado las fuerzas del pecado y la desesperación, e incluso la muerte misma. Solo a través de Dios, las piezas del rompecabezas de nuestra vida tienen sentido.
Imagina que cada pieza está en blanco.
El siguiente momento de tu vida es una nueva pieza del rompecabezas. ¿Cómo definirás su forma y color? La pieza podría generar una nueva esperanza o coincidir con los viejos patrones de desesperación. La pieza podría demostrar una nueva paciencia o combinarse con los viejos hábitos de molestia. La pieza podría generar una nueva confianza o coincidir con las mismas dudas ya conocidas anteriormente. La pieza podría dar o quitar la vida.
A través de la victoria de Dios proclamada en el evangelio de Jesucristo, tenemos el poder de cambiar el paisaje de nuestra vida. ¿Qué imagen vas a pintar en la próxima pieza de tu vida?
El Evangelio: Dios puede transformar incluso las partes desagradables para su gloria.
Muchas partes del rompecabezas de tu vida ya han sido ensambladas. Alrededor de los bordes, algunas partes del rompecabezas son agradables de contemplar, momentos de amor, alegría, paz y bondad. Otras partes del rompecabezas no lo son, esos momentos de dolor, remordimiento y pecado.
La parte más bella del evangelio es que no importa cuántos lugares oscuros y desagradables del rompecabezas haya, la siguiente pieza puede traer gloria a Dios. La siguiente pieza puede aportar belleza y significado a todo el resto del rompecabezas.
Tienes una opción. La siguiente pieza de tu rompecabezas podría ser la misma que cualquier otra pieza. O la siguiente pieza de tu rompecabezas podría ser verdaderamente “El principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios”.