Homilía para la Fiesta de la Ascención
San Pablo ofrece una hermosa bendición a los Efesios: “Que se abran los ojos de sus corazónes”.
En términos bíblicos, el corazón es el lugar donde el Señor nos habla. Es el lugar donde habita el Espíritu Santo.
Que se abran los ojos de sus corazónes.
O si hago de esta una petición más personal: “Señor, abre los ojos de mi corazón”. Cada mañana de esta semana oré: “Señor, abre los ojos de mi corazón”. Que pueda ver como ve el Señor. Cura mi ceguera. Déjame ver la obra de Dios a mi alrededor.
En lugar de ver las cosas a través de los ojos de mi cabeza (mis ojos ordinarios), veía situaciones con los ojos de mi corazón. Mis ojos ordinarios son poco críticos, impulsados por el ego, escépticos y egoístas. Veo lo que quiero ver. A menudo veo un mundo enloquecido, lleno de desesperanza y decadencia.
Con los ojos de mi corazón, veo los frutos del Espíritu en acción. Veo el amor expulsando el miedo, la alegría como antídoto contra el desánimo, la paz como una posibilidad definitive, la paciencia lavando mi inquietud. Veo nuevas formas de ser amable o Generoso.
Con los ojos de mi corazón, veo una realidad diferente: personas que intentan hacer lo major que pueden. Cuando alguien en el trabajo cometió un error que me generó trabajo extra, sonreí ante la oportunidad de server. Cuando me quedé atascado al teléfono intentando hacer un pedido, agradecí a la persona que finalmente me ayudó.
Cuando consider mis próximos pasos en la vida (me jubilo, sigo trabajando o hago algo completamente diferente), los ojos de mi corazón ven esta decision de manera diferente. Mi cabeza ve mis Cuentas de jubilación, mi necesidad de ser apreciado, mi necesidad de hacer cosas. Mi corazón ve un Padre celestial que quiere profundizar la relación con su hijo amado. Los ojos de mi corazón ven nuevas maneras en que puedo darle gloria a Dios.
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Además de simplemente tener una visión más saludable de la vida, ¿por qué nos quiere San Pablo se abran los ojos de Nuestro corazón? Para que comprenden tres cosas: Una, “la esperanza del llamado de Dios”. Dos, “las riquezas de su gloriosa herencia”. Y tres, “la incomparable grandeza de su poder”.
Los tres se refieren a la Ascensión del Señor. Como dice Pablo, Dios “resucitó a Cristo de entre los Muertos y lo hizo sentar a la derecha en el cielo.”
La esperanza de la que habla San Pablo no es sólo que un día llegaremos al Cielo porque Jesús fue al cielo. La esperanza es que algún día el Cielo venga a la tierra. San Pablo dice que la esperanza está “no solo del mundo actual sino también en al futuro.”
Como dice el credo: “Espero en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro”.
Cuando abro los ojos de mi corazón, tengo esperanza. Puede que el mundo esté cayendo en la locura, pero tengo la esperanza de que el plan de Dios se haga realidad. Dios está en el proceso no solo de unir a la humanidad a la gloria divina en el cielo, sino también de unir el Cielo y la tierra, la nueva Jerusalén. Con los ojos de mi corazón – “Ya ha llegado el día de las bodas del Codero” – Con los ojos de mi corazón, veo que mi oración es respondida aquí y ahora. “Venga a nosotros tu reino.”
San Pablo dice “se abran los ojos de tu corazón” para que puedes conocer la esperanza.
La segunda razón, el dice, “a abrar los ojos de tu corazón para que conocer “las riquezas de gloria en su herencia”. El cuerpo glorificado de Jesús ascendió al cielo, y con él toda la humanidad. Este es solo el primer paso. El plan de Dios es que un día todos nuestros cuerpos sean glorificados y sigamos hacienda la obra del Padre como mayordomos de esta nueva creación. A través de Nuestro trabajo, dando el debido honor al creador de todo. Ésta es la herencia gloriosa de todos los santos.
Por último, San Pablo dice “se abran los ojos de tu corazon” para que puedes conocer “la incomparable grandeza de su poder”. En la era venidera, el poder de Jesús gobernará sobre todo el Cielo y la tierra. Este poder no es para dominación y control, pero este poder establece orden y armonía en toda la creación como Dios planeó originalmente. Imagina toda la creación correctamente ordenada, sin pecado ni ansiedad. Justa justicia y paz.
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Esta semana, ofrezca esta sencilla oración cada mañana. “Señor, abre los ojos de mi corazón”. Deja que esta pequeña oración guíe tus acciones ese día. Deja que esta pequeña oración mantienes tus ojos fijos en la gloriosa era venidera.